"FEES" 1° PARTE

FEES

La siguiente historia, aunque extraña, es tal cual llegó a mí hace ya algún tiempo.

Se trata de la historia del "Buen Pueblo", "Los Buenos Vecinos" o la " Comunidad Secreta", o sencillamente las FEES, depende quien la cuente.

Es la historia del pueblo de las hadas, los duendes y todos sus parientes.

Es una historia que ha sido transmitida oralmente, de generación en generación. Hasta hoy, porque si algo llegara a sucederme no soportaría que la historia muera conmigo y que con ello mueran los también llamados "Elementales".

Así comienza esta hermosa y sentida historia:

Eustaquio era un trabajador del antiguo ferrocarril, era de la provincia Argentina de Corrientes, en lo que llaman el litoral. Lo cierto es que tenía un amigo, yo diría que algo más que eso, un amigo de verdad, o como le gustaba decir a él, un hermano. Este hermano era un irlandés pelirrojo, Finnen Mc Conen, que había llegado a la Argentina en busca de una oportunidad para su familia escapando de los horrores de la vieja Europa y sus guerras.

Estos dos amigos estaban trabajando cerca de los esteros de iberá, en una cosecha de mandioca, un trabajo que alternaban con el de "capangas", los que ponen los rieles de las vías de ferrocarril a lo largo del país. Una noche de verano de 1900 mientras descansaban a la luz de las estrellas ocurrió un hecho sorprendente.

Reían contandose mutuas travesuras mientras avivaban la fogata en la cocinaban sus alimentos, dñcuando de pronto sintieron algunos ruidos provenientes del oscuro monte.

Al instante vieron asomarse al círculo de luz que irradiaba el fuego a dos personajes, ante los cuales Eustaquio decía haber quedado mudo.

Eran más pequeños que un niño, pero más fornidos que un hombre adulto, sus cabezas eran grandes y anchas tocadas con cabellos desalineados pero no descuidados, sus narices aplastadas pero no caras chatas comprimidas en el centro, sus bocas parecían más grandes de lo normal, manos fuertes y pies velludos, pero lo que más se destacaban eran sus ojos increíblemente vivaces.

Ambos enanos, a los que Eustaquio llamaba "Pomberos", tenían ropas parecidas , pantalones cortos y camisolas holgadas.

Observaron la olla de los alimentos, miraron a Eustaquio largamente, y uno de ellos se dirigió a Finnen preguntandole si tenía "miel", y aunque Estaquio no lo podía creer, Finnen sacó un pequeño recipiente de miel que depositó en la mano de su interlocutor.

Parecían verdaderamente contentos, y antes de marcharse tomaron las manos del irlandés y le dijeron una extraña frase: "No olvides tu promesa". Luego sencillamente se perdieron en la misma oscuridad de la que habían aparecido.

Eustaquio había escuchado historias de sus padres y sus propios abuelos acerca de los duendes de los montes, los pomberos y otras criaturas que deambulaban por esas tierras en las siestas y en las noches, pero nunca había visto nada que se le pareciera.

Se quedaron largo rato sin decir una palabra, ya era noche avanzada cuando el irlandés le preguntó a Eustaquio si quería escuchar una historia.

Cuando Finnen tenía nueve años, se encontraba con sus padres de paseo en un lugar llamado Cornualles, sin saber por qué ni cómo, la cosa es que cayó enfermo, con una fiebre muy alta. Para empeorar las cosas había una terrible tormenta, su padre Liam Mc Connen salió a buscar un médico o alguien que pudiera atender a su hijo, pero con tal mal tino que el médico había salido a atender un parto con la matrona del lugar y regresaría en dos días.

La madre de Finnen, Nimue, estaba realmente desconsolada ya que a medida que pasaban las horas el estado del pequeño empeoraba y la cosa parecía no tener un buen final.

Pasada la medianoche, alguien tocó a la puerta de su cabaña que estaba en las afueras del pueblo, sus padres abrieron la puerta y se encontraron con una persona muy alta, mucho más que una persona bien alta, el extraño preguntó si allí se encontraba un pequeño enfermo, sin demasiados requisitos le hicieron pasar, pensando que podía ser el doctor que por milagro había regresado.

La tormenta estaba en su peor momento, pero el extraño no parecía estar demasiado mojado por la lluvia, dejó a un lado su capa y se dirigió directamente a la cama del niño.

Por un momento Finnen pareció salir del tremendo sopor en que se encontraba, como si una bocanada de aire fresco le hubiera soplado la cara.

Lo que vió era aparentemente un hombre, digo aparentemente porque hacía hincapié en que dependía desde dónde se lo mirara, también podría haber sido el rostro de una mujer, sus cabellos largos más allá de los hombros eran de un raro color gris ceniza brillante, era pálido y su cara extrañamente larga. Su voz era pausada, como un susurro pero firme y clara.

El visitante pidió si se le permitía curar al pequeño, ante la afirmación de sus padres, sacó algunas hierbas de un bolso hermosamente adornado que colgaba de su cintura y pidió que prepararan una infusión con ellas.

Le preguntó a Finnen si quería curarse, para ello sólo debería beber las infusiones que él le prepararía pero sobre todo y lo más importante... escuchar las historias que tenía para contarle. Finnen pensó que esto último sólo era parte de su fiebre, pero no fue así.

A lo largo de unos 15 días el extraño regresó a la cabaña a atender al pequeño, y así fue que no sólo se curó sino que estaba mejor que antes de enfermar.

Finnen nunca supo sino por sus padres cuánto tiempo había pasado ya que cuando estaba con el extraño personaje el tiempo parecía detenerse.

El extraño le contó una historia, la historia del "Buen Pueblo" y le dijo que su enfermedad tenía por cierto un sentido, un sentido importante y que su salud dependería en el futuro de recordar esta historia que le fue contada.

El gigante, que ciertamente lo era, le dijo que su nombre era SOLENHENGEN, y que hacía mucho, mucho tiempo, más del que cualquier hombre pudiera imaginar, que él habitaba en el mundo.

Le contó que cuando él nació, el mundo era todavía muy joven y que sus padres y su pueblo, si bien envejecían no lo hacían como los hombres, ya que mantenían un rostro y un cuerpo joven, sólo se notaba su edad por el color de sus cabellos.

HASTA ACÁ LA PRIMERA PARTE.

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ELEMENTOS "𝓡𝓮𝓿𝓪𝓵𝓸𝓻𝓲𝔃𝓪𝓷𝓭𝓸 𝓵𝓸 𝓷𝓾𝓮𝓼𝓽𝓻𝓸"

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